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Europa es un destino de viaje muy asequible. En primer lugar, porque sus precios, por lo general, no son mucho más altos que los que pagamos en las principales ciudades españolas. Y, en segundo lugar, por la cercanía de las ciudades y la buena comunicación que hay entre ellas, principalmente por avión, pero también por tren e, incluso, por carretera.
Centroeuropa es una región repleta de lugares preciosos con historia en cada ladrillo, en cada calzada, en cada edificio. Las opciones son innumerables, tantas que da pena no poder reseñarlas todas.
En cualquier caso, elijas la ciudad que elijas, una vez en el destino, siempre es recomendable realizar un tour por la ciudad para tomar una idea general del lugar y conocer datos interesantes. Empresas especializadas en este tipo de visitas guiadas como 101Viajes te ayudarán a saber todos los detalles relevantes de forma amena y divertida.
El imperio austrohúngaro ha legado un buen puñado de ciudades espectaculares. Una de ellas es Viena, capital de Austria, en la que se puede apreciar toda la pompa y elegancia barroca de la gran nobleza del imperio austrohúngaro.
La joya de la corona es el palacio de Schönbrunn, del siglo XVII, situado a 8 kilómetros del centro de la ciudad; sin embargo, su importancia es tal que está muy bien comunicado y es fácil llegar hasta este icónico lugar.
La arquitectura vienesa es admirable. También merecen la pena el palacio de Hofburg, con su imprescindible Escuela Española de Equitación, el palacio Belvedere y la Biblioteca Nacional Austríaca, de estilo barroco.
En cuanto a los templos religiosos, la iglesia de San Carlos Borromeo es un must, aunque la palma se la lleva la catedral de San Esteban, con su característico tejado de colores.
Y si quieres edificios singulares, no puedes marcharte sin conocer Hundertwasserhaus, un bloque que recuerda mucho a las obras de Salvador Dalí. Y también la casa de Mozart, uno de los referentes culturales de Viena, ciudad muy ligada a la música. Así que aprovecha la ocasión para asistir a un concierto en la Ópera de Viena.
Si viajas con niños, quizás te interese pasar unas horas en el Práter, el parque de atracciones más antiguo de Europa. Pura diversión.
Uno de los destinos turísticos que cada año atrae a más visitantes en Europa. De la capital checa destaca su la zona de la Ciudad Vieja, la Stare Mesto. Allí está la plaza Vieja, en la que se encuentran el edificio del ayuntamiento, la casa Stoch, la casa de la Campana de Piedra o la iglesia de Nuestra Señora de Tyn.
El castillo y el puente de Carlos son los grandes reclamos de Praga. No son los únicos, por supuesto. El monasterio Strahov es otro lugar de visita obligada.
También es recomendable subir al mirador del monte Petrin y pasear por las calles del barrio de Mala Strana (Ciudad Pequeña), un lugar bohemio y encantador.
¡Ah! Ni se te ocurra marcharte de la capital checa sin haber visitado el barrio judío y su cementerio.
Unos 500 kilómetros al sur de Praga se encuentra la sorprendente Budapest. El río Danubio divide la ciudad en dos a su paso. Por un lado, Buda, la parte más puramente turística, con su castillo, el Bastión de los Pescadores, la iglesia de Matías y el parque de la Ciudadela, al que cuesta un buen esfuerzo subir, pero desde el que se obtienen unas vistas panorámicas maravillosas de la ciudad.
Por otro, Pest, menos monumental, pero con mucha más vida en sus calles y con otros puntos de interés como la plaza de los Héroes, la Ópera, la catedral de San Esteban (donde se encuentra el brazo incorrupto del santo) o su impresionante Parlamento, un edificio neogótico que es el símbolo de la ciudad. Por cierto, para pasar de una parte de la ciudad a la otra, nada mejor que el Puente de las Cadenas (que desemboca directamente en la catedral).
Los baños y las termas de Budapest son famosos en el mundo entero. De entre todos los balnearios que hay repartidos por la ciudad sobresalen los baños de Gellért, a los pies de la Ciudadela, y los de Széchenyi, situados en el parque Városliget, justo a la espalda de la plaza de los Héroes.
La capital de Eslovenia es una ciudad pequeña y humilde, una gran desconocida, pero que sorprende a todos los visitantes por su belleza singular. Liubliana es una ciudad con una gran presencia universitaria y con muchas zonas verdes, siendo el parque Tívoli el más grande de la ciudad.
Liubliana tiene ese aire entre capital europea y pueblo. No tiene el frenesí ni la oferta cultural de las grandes urbes continentales, pero su encanto es muy superior. Una ciudad cercana y agradable, bonita a rabiar y de las que te apaciguan el alma.
El castillo, el casco antiguo, el puente de los Dragones, el puente Triple, el barrio underground de Metelkova, la catedral de San Nicolás o la iglesia de la Anunciación son algunos de los lugares más destacados de Liubliana.
Estas cuatro ciudades no son las únicas que merecen la pena de Centroeuropa. Hay muchas más como Berlín, Munich, Colonia o Dresde en Alemania. Si visitas Viena, también puedes aprovechar para viajar a ciudades cercanas de Austria como pueden ser Salzburgo, Innsbruck o Graz. Un poco más al norte, en Polonia, vas a encontrar otras ciudades impresionantes como Cracovia, Varsovia o Poznan.
Por suerte, la lista es interminable. Ahora solo necesitas viajar y conocerlas.
Enamorado de los viajes y fotógrafo aficionado. Mi pasión es viajar, pero siempre acompañado de mi cámara. Como unión de estas dos cosas nació Viajeros por el Mundo!
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