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Antes de que el hombre inventara la cerámica para duplicar el cuenco de sus manos con el que abrevar la sed, muchos de los rostros de las gentes de Extremo Oriente se cristalizaron para siempre de porcelana. Sucedió al florecer por primera vez los cerezos. Ese regalo se ha ido transmitiendo desde entonces de padres a hijos. A los occidentales no nos queda sino envidiarles. Nuestras caras solo presentan unos simples poros de arcilla.
He sido testigo en mi viaje a Japón de esa porcelana, viva de ojos, palabras calladas y sonrisas. Nunca la porcelana me dijo tanto. El calendario de mi viaje estaba reñido con la estación en la que el cerezo es cabellera rizada cuajada de flores. No importa, porque lo mejor de Japón no está en los cerezos. Ni siquiera en la hoja otoñal del arce al transformarse en esa llama que nos urge a unirnos a ella, sino en muchas de las caras de sus habitantes. Me fascinaron tanto que mi cámara fotográfica y yo caímos rendidos como si fueran shogunes y nos dominaran. Pero incruentos, porque ya no hay guerra en los japoneses, solo jardín, arroz y templo (y enchufes y cables eléctricos, muchos cables). Solo rostros de porcelana que te miran con respeto, como lo hacen con cualquier otro animal. Rostros iluminados, la porcelana no conoce la sombra. Misteriosos a veces, sí, pero jamás inescrutables. Eso pertenece al triste género del tópico. Rostros surcados por los mismos anhelos, alegrías y temores que en cualquier otro ser humano, visitado de porcelana o no. Acaso, quizá, tocados de una belleza desfallecida en su propia blancura de nieve. De apariencia evanescente, frágil, sí, pero reveladores también de tenacidad y fuerza.
Viajero, fotógrafo y escritor, amante de la naturaleza y enamorado de los delfines. Incansable soñador siempre en busca de nuevos soles y atardeceres. No todos los que caminan están perdidos.
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Me ha gustado mucho el reportaje emocional y las fotos.
Inspira el deseo de ir a Japon.
Andrés Ferrer es un poeta, de las palabras y también de la imagen, amante de la historia y del hombre , del arte y de la belleza.
Por eso con sus textos te hace soñar.
Enhorabuena! Un placer leerte❣
Paisajes humanos en rostros reales que nos acercan al otro confín del mundo. Excelente colección de imágenes con alma. Y el texto sorprendente, poético incluso y muy evocador. A la altura. Bravo!
Un relato de viajes muy literario. Fascinante e impregnado de sensibilidad.