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Se trata de un majestuoso palacio, que encuentras en un barrio del oeste de la capital, algo alejado de la zona central, durante cuya visita podrás ver suntuosos salones, muebles de estilo imperial, objetos artísticos y grandes obras de arte.
Este impresionante palacio fue un regalo del rey Federico I de Prusia a su esposa Sofía-Carlota con el propósito de convertirse en residencia veraniega.
Tras la coronación de Federico como Rey de Prusia, en 1702, el palacio fue remodelado para su ampliación, aunque la reina Sofía Carlota no vivió para ver la obra finalizada. En 1705, tras su muerte, el palacio, antes llamado Lietzenburg, y el distrito en el que se encuentra, pasaron a llamarse Charlottenburg en su honor.
En 1943, los bombardeos de la fuerza aérea británica sobre Berlín destruyeron parcialmente el palacio y una gran parte de la decoración del edificio que no pudo ser restaurada por completo.
Cuando llegas ante el palacio de Charlottenburg, lo primero que te llamará la atención es la gran longitud del edificio y la enorme cúpula central, la cual fue levantada en 1713, ante la que se sitúa una enorme estatua ecuestre.
En algunas de las salas se conservan los muebles y la decoración original de techos y paredes, la segunda planta no tuvo demasiada suerte durante los bombardeos y los frescos de los techos y la decoración de las paredes no pudieron salvarse.
Probablemente, uno de los mayores atractivos del palacio sean sus extensos y cuidados jardines, diseñados en 1697 con un estilo francés barroco y reformados en 1788 al estilo inglés. Tras los destrozos producidos en el jardín tras la Segunda Guerra Mundial, fue reconstruido una vez más en el año 2001, dándole de nuevo un estilo barroco.
Los jardines del Palacio Charlottenburg constituyen un remanso de paz en la ciudad de Berlín, donde se pueden pasar horas recorriéndolos, descansando junto al lago o visitando la Casita de Té Belvedere, una pequeña construcción de 1788.
Resulta interesante recorrer las estancias del palacio ya que la mayoría de ellas se encuentran decoradas como lo estaban en el pasado y pueden transportarnos atrás en el tiempo, cuando aún se encontraban llenas de vida.
Enamorado de los viajes y fotógrafo aficionado. Mi pasión es viajar, pero siempre acompañado de mi cámara. Como unión de estas dos cosas nació Viajeros por el Mundo!
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