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El Museo de Julio Romero de Torres es una invitación a reconstruir vida y obra de unos de los más preciados artistas españoles en un escenario grandilocuente y digno de apreciar
Si llegas a la cultural Córdoba española el Museo de Julio Romero de Torres te recibe con una gran mezcla de arte e historia. Ubicado junto con el Museo de Bellas Artes en el Antiguo Hospital de la Caridad fue declarado como monumento un Bien de Interés Cultural. Arquitectura, pinturas y esculturas se organizan en 7 salas diferentes dando fe de una vida llena de emociones, sueños y buen gusto.
Quiso el destino que el Museo en homenaje a Julio Romero de Torres se constituya en su casa natal. El inicio de su vida transcurrió entre estas paredes que hoy visten sus obras más preciadas. Mientras recorres cada sala, observas cada lienzo, cada figura tienes la certeza de que encontró su lugar en el mundo. Nació y continúa presente en el Museo que lleva su nombre.
Fue en 1.931, un año después de su muerte, que las puertas del Museo Julio Romero de Torres se abrieron. En sus inicios presentaba algunas obras que su esposa Francisca Pellicer junto a sus tres hijos aún conservaban. Con el paso del tiempo se compró más material original, se introdujo el mobiliario del autor y fue reformado tres veces. Una colección única centralizada en un monumento de máxima relevancia cultural de Córdoba.
Caminar de una sala a otra es dar cada paso que dio el pintor en su evolución artística y personal. Un hombre que atravesó por diversas temáticas y movimientos artísticos con la misma pasión y entrega. Una diversidad cultural que tiene a su vez el espíritu del artista plasmado como lazo inquebrantable.
Es aconsejable visitar el museo en orden ascendente para entender en profundidad la obra en conjunto. En esta primera etapa se conoce a Julio en su intimidad, sus primeros pasos y los retratos de sí mismos realizados por su padre y por otros autores. Se resaltan las caricaturas, las esculturas y la cartelería que lo tuvo como representante protagonista del movimiento que definía a los carteles como un nuevo medio de comunicación.
Desde el ingreso a esta estancia todo el entorno se vuelve familiar, acogedor y es difícil resistir a la emoción. Sus muebles, sus elementos personales, la representación de su mano, las fotografías familiares se hacen fuertes, se ganan todas las miradas y sensibilizan. Asimismo, conviven en el mismo espacio sus primeras obras con un fuerte compromiso social con aquella última que quedó sin acabar en su rincón de trabajo. El inicio y el fin, el sueño y el infinito.
Las figuras se aparecen rodeadas de la espiritualidad del artista que complementa lo místico y la sensualidad en la mujer. Los retratos más famosos de artistas y actrices que modelaron para él, el desnudismo como fuente de producción artística y otras inmemorables que es torna difícil explicar con palabras.
Los retratos de políticos y artistas con el toque mágico del Julio Romero de Torres siguen a los visitantes desde cada rincón de esta sala. Lienzos que han formado parte de la historia de familias de alta alcurnia y han sido solicitados especialmente al pintor. Pero a don Julio también le gustaba la música: las coplas y el flamenco fueron sus preferidos y también se ven asomar en sus obras.
Definitivamente su conocimiento e imaginación se conjugaban de manera especial en el pintor que tomaba además las tendencias barrocas. Las antinomias más fundamentales se reflejan en sus lienzos donde contrastan y conviven a la vez lo pagano y lo espiritual, lo popular y la aristocracia. Una mirada única que se vivencia con total realismo a través del tiempo.
Para despedirse de Julio Romero de Torres hay que entrar a la última sala, la que rememora sus últimos años de vida. Obras que se ven más tristes, con más sombras y soledades, una despedida lenta del autor con su querida Córdoba.
Los amantes de los viajes como yo deben visitar alguna vez en su vida el Museo de Julio Romero de Torres en Córdoba, España. Uno de los más brillantes y atractivos centros culturales del país.
Enamorado de los viajes y fotógrafo aficionado. Mi pasión es viajar, pero siempre acompañado de mi cámara. Como unión de estas dos cosas nació Viajeros por el Mundo!
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