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Desde Chamonix, a bordo del mítico trenecito rojo de cremallera, podemos llegar a los pies del afamado Mer de Glace, el glaciar más largo de Francia, a una altitud de más de 1.900 metros y con una longitud de 7 kilómetros y 200 metros de profundidad, una maravilla natural que los ojos del hombre han de ver casi de manera obligada.
Nos encontramos ante una excursión a un glaciar alpino que fácilmente se puede hacer en familia y con niños, pues no es muy larga y apenas hay desnivel. Además, la espectacularidad de su belleza aumenta en las horas del atardecer, por lo que es recomendable hacerla en este momento; saldrán unas fotos sensacionales que provocarán recuerdos inolvidables.
El recorrido
Una vez en el Mer de Glace podemos acceder a la gruta de hielo, excavada en el propio hielo, y contemplar su galería interior de cristales donde se exponen piezas procedentes de la sierra del Mont Blanc.
El tren de Montenvers
Es un ferrocarril que marcha por una vía de pendiente pronunciada con una cremallera dentada, y de ahí su nombre. Generalmente, los trenes de cremallera son trenes de alta montaña preparados para superar pendientes pronunciadas de entre el 7 y el 10 %.
En la estación de Montenvers, junto al Mer de Glace, el turista se va a encontrar con un hotel-refugio construido en 1880 donde podrá disfrutar de una gustosa gastronomía así como de una soleada terraza frente a las cumbres alpinas. Incluso merece la pena visitar el museo del hotel, en el cual es posible contemplar la recopilación de fotos y objetos de la época.
Enamorado de los viajes y fotógrafo aficionado. Mi pasión es viajar, pero siempre acompañado de mi cámara. Como unión de estas dos cosas nació Viajeros por el Mundo!
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