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Calles estrechas que evocan otros tiempos, caseríos con patios centrales llenos de flores, bares que invitan a contemplar la historia. Todo esto es lo que respiras al visitar la Judería, corazón de la encantadora Córdoba, tierra sureña andaluza.
La Judería puede considerarse uno de los recorridos emblemáticos de la ciudad. Córdoba fue uno de los centros islámicos más importantes de la España medieval. Aquí, se vivió una época esplendorosa aunque poco pacífica, donde tres pueblos y tres religiones (la cristiana, judía y musulmana) coexistían en una misma ciudad.
El Barrio de la Judería de Córdoba encierra uno de aquellos mágicos lugares, donde perderse, puede resultar un autentico placer.
En éste exquisito núcleo urbano, declarado en 1994 por la Unesco Patrimonio cultural de la humanidad, uno puede viajar en el tiempo. Sus pintorescas callejuelas hacen honor a las postales memorables de la ciudad. Las viviendas con blancas fachadas y pequeños balcones invitan a imaginar la vida cotidiana del pueblo judío. Con sus enormes patios centrales, puedes imaginar a los niños correteando entre animales domésticos y el quehacer de las mujeres alrededor del pozo central, encargado de abastecer de agua a cada conjunto de viviendas.
Se cree que las primeras familias judías llegaron a la ciudad en la época de los romanos, más precisamente durante el gobierno de Augusto. Sin embargo, luego de la conquista de los musulmanes en el 711, la zona habitada por el pueblo hebreo se transformaría en el centro administrativo de la capital, forzándolos a trasladarse hacía el norte del poblado.
Tiempo después, con la llegada de Fernando III en el año 1236 fueron regresando lentamente al lugar antiguamente habitado, trasformando la zona en el punto más relevante de la ciudad, lo que hoy conocemos como el Barrio de la Judería.
Una de las figuras destacadas de la Judería cordobesa fue el médico, filósofo y rabino Maimonides. Su familia fue obligada a convertirse al Islam y él tuvo que abandonar su querida ciudad. De su obra, se destaca el intento por simplificar y sintetizar el judaísmo, con ese fin, redujo a 13 los 613 preceptos de la Torá y por ésta razón algunos le atribuyen el famoso dicho “mantenerse en sus trece”
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