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La Catedral de Milán es una de las iglesias de religión católica más grande del mundo. Es una catedral de estilo gótico que alberga a 40.000 personas en su interior y tiene 157 metros de largo. Esta obra es un auténtico símbolo para la urbe. También se le conoce como Duomo de Milán, haciendo referencia a la casa de Dios.
Los inicios de la Catedral de Milán datan de 1836 y fue culminada en 1965. Sin embargo, fue edificada sobre los restos de la Basílica de San Ambrosio, conteniendo estructuras de la antigüedad, desde el siglo V. Esta basílica desapareció en un incendio en el año 1075.
El edificio comenzó por órdenes del arzobispo Antonio de Saluzzo, bajo el gobierno de Gian Galeazzo Visconti. Se quería remodelar toda la ciudad, por lo que el proyecto de la catedral se acogió con entusiasmo.
El estilo era gótico radiante, propio de Francia. Sin embargo, con el paso de los años ocurrieron fusiones especiales entre el gótico y la arquitectura lombarda. Con el pasar de los años ocurrieron complicaciones, en especial económicos, por lo que existieron personajes que participaron en la obra.
A principios del siglo XVI la decoración interna y la cúpula estaban terminadas, faltando lo más importante, la fachada. Fue en 1805 cuando Napoleón Bonaparte ordenó a un arquitecto que concluyera la fachada, finalizando de esta manera, la Catedral de Milán. Seguidamente se hicieron retoques a algunos detalles, hasta culminar oficialmente en 1965.
La Catedral de Milán es la iglesia principal de la ciudad, y está ubicada en el centro de la misma. El primer impacto visual es la fachada, correspondida por los numerosos pináculos y torrecillas, así como esculturas que coronan el edificio.
En la parte más alta del edificio se encuentra una estatua de cobre dorado, la famosa Madonnina. Esculpido en 1774 por Giuseppe Perego, se trata del auténtico símbolo de Milán.
Por lo tanto, el interior del edificio es igual de acogedor y sublime. Desde sus enormes pilares, que poseen un particular diseño, asegurando la altura de la nave central. Estas columnas te guiarán hasta el altar.
También se encuentra la escultura más famosa, San Bartolomé, una pieza realmente estremecedora. Pues, en la vida real, este apóstol fue desollado vivo, y tal cual lo representa el artista. Las hermosas vidrieras también cuentan como parte importante de la edificación, representando imágenes de la biblia. Se visualiza un bonito espectáculo de color.
Se puede bajar a la cripta, y ubicar la capilla de San Carlos Borromeo, además de los restos del santo. Subir al techo de la catedral es posible, suele ser una de las mejores experiencias de la visita. Se puede subir por las escaleras o mediante el ascensor. Observar la cuidad con una hermosa vista panorámica y desde la terraza del lugar, es algo que no se puede dejar escapar.
El meridiano está formado por una tira de cobre con los signos del zodiaco a los lados. Está colocado en el suelo de la catedral, y gracias a un pequeño agujero en la bóveda. Cada medio día penetran los rayos del sol indicando el mes que corresponde al signo zodiacal.
La Catedral de Milán contiene numerosos monumentos funerarios, así como altares, capillas, estatuas y pinturas. También se hallan reliquias, siendo la más sonada, uno de los clavos de Cristo.
El recorrido por la Catedral de Milán es un paseo infaltable durante la estancia por la ciudad. Conocer sus maravillas y misterios, así como admirar su hermosa arquitectura, son cosas que no podemos pasar por alto.
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