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El Casino de Montecarlo es una maravillosa obra hecha por el arquitecto Charles Garnier. Se trata de un lugar que se ha dedicado desde sus orígenes al maravilloso arte del juego. Conocido como un bellísimo edificio que atrae a muchísimos turistas, es uno de los complejos turísticos más prestigiosos y ricos del mundo.
Si bien en la actualidad el Principado de Mónaco, lugar donde encontramos dicho casino, es una zona muy rica y con gente de mucho prestigio y dinero, en sus comienzos esto no era así. En épocas anteriores las cosas eran muy distintas en el Principado, en la primera mitad del siglo XIX se encontraban en una situación desesperada.
La familia Grimaldi, en aquel entonces, la familia real de Mónaco, contaba con persistentes problemas financieros, principalmente luego de la pérdida de ingresos fiscales de dos ciudades separatistas, Menton y Roquebrune. Ambas ciudades nombradas anteriormente se independizaron en 1848 resistiéndose a pagar los exorbitantes impuestos sobre los agricultores.
En este contexto de crisis económica que pasaba la ciudad la princesa Carolina Gibert de Lametz, esposa de Florestan I de Mónaco y madre de Carlos III, encontró la solución para rescatar a Mónaco de la ruina. La princesa, con la ayuda del gobernante, Landgrave Philipp, el empresario francés François Blanc y su hermano gemelo Louis habían establecido el Spielbank Bad Homburg, un casino que convirtió la pequeña ciudad en un lugar reconocido a nivel internacional.
En 1854, Carlos III puso a trabajar a un equipo de expertos para la realización del casino y un spa para el tratamiento de diversas enfermedades. Al principio el Casino de Montecarlo se estableció en una mansión, pero el pésimo trabajo de Carlos en la gestión hizo que esto fuese un fracaso absoluto. Luego de construir varias versiones del casino, varios intentos por hacerlo funcionar, el establecimiento de juego terminó en la zona denominada Les Spelugues (traducida como “las cuevas”); un hermoso lugar con vistas al Puerto Hércules.
El reflote del casino fue comandado por la princesa, quien finalmente se hizo cargo del proyecto para poder llevarlo adelante, reclutando a un famoso empresario francés para pedirle ayuda con esto. Fue aquí cuando este empresario le propuso cambiar el nombre con el fin de hacerlo más atractivo para los visitantes. Desde entonces se conoce como el Casino de Montecarlo, en honor al príncipe Carlos.
El casino abrió sus puertas al público en 1863; y tras arduos años de trabajo se convirtió en uno de los más prestigiosos e importantes del mundo.
Desde sus orígenes, con algunos retoques a lo largo del tiempo, el Casino de Montecarlo se ha dedicado al Arte del juego, otorgándole un carácter de nobleza. Reconocidas e importantísimas personas han disfrutado del juego en las salas del establecimiento monegasco, tales como la reina Victoria, Napoleón Bonaparte, Alexandre Dumas, Julio Verne, Winston Churchill o Liane de Pougy.
Es un lugar emblemático que ofrece, en el corazón de sus salas de juego, mesas de la Ruleta Europea, Trente y Cuarenta, Black Jack, Ruleta Inglesa, Craps, Poker Texas Hold’em Ultimate. Y si su corazón se mueve entre mesas, las máquinas del Salón Renacimiento y la Salle Europa están allí para decorar el conjunto.
Acoge a los aficionados de los juegos de azar de forma amable, aunque los ciudadanos de Mónaco tienen prohibida la entrada.
Deberás tomar la Avenue de la Porte Neuve, continuar por el Boulevard d’Albert 1er y seguir por la Avenue d’Ostende hasta llegar al casino (6minutos). El coche (en caso de ser particular) deberá dejarlo en el parking del casino, el cual también es pago, pero al igual que todos los parkings de la zona.
Enamorado de los viajes y fotógrafo aficionado. Mi pasión es viajar, pero siempre acompañado de mi cámara. Como unión de estas dos cosas nació Viajeros por el Mundo!
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