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Se denomina Begijnhof o beguinaje a las antiguas casas construidas con el propósito de albergar viudas y huérfanas piadosas, quienes a pesar de dedicarse a la oración no pertenecían a ninguna orden religiosa específica, tampoco hacían votos y estaban exentas de las reglas de la Iglesia.
Su historia se remonta hacia el año 1225 cuando un pequeño grupo de jóvenes sin muchos recursos, decidió unirse y formar una pequeña comunidad piadosa de beguinas. Se instalaron en “la viña” de Wijngaard a las afueras de la ciudad y comenzaron a trabajar con los tejedores de lana.
En el año 1245 la Condesa Margarita de Constantinopla les concedió su aprobación e intercedió por ellas haciendo que el obispo Walter de Marvis convirtiera el beaterio en una parroquia independiente. Más adelante, el rey Felipe el Hermoso reforzó esa autonomía brindado su apoyo.
En el siglo XV Begijnhof se hizo muy próspero. Prácticamente era una ciudad dentro de otra y contaba con el apoyo de muchos fieles que acudían regularmente a la Iglesia. Un siglo más tarde, comenzaron a surgir nuevas corrientes protestantes que dieron paso a disturbios religiosos y acabaron incendiando y destruyendo la Iglesia.
El beguinaje logró recuperarse hacia finales del siglo XVII, pero ya no era como antes. Las beguinas ahora pertenecían a una clase aristócrata con alto estilo de vida, mucho poder y prestigio. Sin embargo, este estilo de vida no se adaptó a la mentalidad moderna del siglo XIX. Fue así, como a principios del siglo XX, Rodolphe Hoornaert un canónigo muy respetado, decidió transformar las beguinas en una nueva asociación religiosa llamada las “Hijas de la Iglesia”. Entonces religiosas benedictinas relevaron a las beguinas que aún vivían allí.
La casa de la “Gran Dama Superiora” está flanqueada por una pequeña capilla del siglo XV. Cerca de allí están unas casitas mucho más pequeñas que eran habitadas por las devotas desfavorecidas económicamente.
El Begijnhof de Brujas acompañado del resto de los “beguinajes flamencos” forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Está separado de la ciudad por una gran muralla rodeada de un foso. Es un lugar muy tranquilo y agradable, puedes pasar unas horas alejado del bullicio del centro de la ciudad.
Enamorado de los viajes y fotógrafo aficionado. Mi pasión es viajar, pero siempre acompañado de mi cámara. Como unión de estas dos cosas nació Viajeros por el Mundo!
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