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El Coliseo está ubicado entre las colinas de Celio, Esquilino y Palatino, en la confluencia de las actuales vías de S. Giovanni in Laterano, Claudia, S. Gregorio, Domus Aurea, Labicana y Fori Imperiali.
Fue el edificio más grande construido por Roma, razón por la cual desde el Renacimiento se le ha considerado un modelo arquitectónico, a la par que una autentica obra de arte. Sus 80 entradas numeradas permitían el acceso de 109.000 espectadores que se disponían en la cávea. En 1980 la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad y el 7 de julio de 2007 fue reconocido como una de las siete nueve maravillas del Mundo.
La construcción del Coliseo comenzó en el año 72 bajo el régimen de Vespasiano y terminó en el año 80 durante el mandato del emperador Tito. Tras la finalización de la construcción el Coliseo se convirtió en el mayor anfiteatro romano, con unas dimensiones de 188 metros de longitud, 156 metros de anchura y 57 metros de altura.
En su interior, y bajo las gradas, el Coliseo romano cuenta con grandes pasillos que permitían a los asistentes entrar y salir con facilidad. Además, los palcos poseían una antesala y eran usados según la posición social del espectador.
El Coliseo romano era el escenario de una gran cantidad de espectáculos, algunos de ellos bastante sangrientos. Los espectáculos crueles, en su mayoría, fueron realizados durante el paleocristianismo, el tiempo correspondiente a los tres primeros años de la era después de Cristo. En dichas muestras, eran usuales las luchas entre gladiadores, quienes peleaban hasta causarle la muerte al contrincante. En ciertas ocasiones, gracias al ruego de los espectadores y el permiso de la máxima autoridad presente, era posible perdonarles la vida a ambos gladiadores. Sin embargo, al pensar en el Coliseo romano, lo primero que se nos viene a la mente es el espectáculo organizado para ver el enfrentamiento entre personas y animales salvajes como leones. En realidad, se trataba de la ejecución de prisioneros que debían morir debido al ataque de estos animales; a este tipo de espectáculo se le llamaba Noxii, mientras que las luchas de los gladiadores se conocían como las Munera.
Al decaer el Imperio Romano, el Coliseo no se siguió utilizando, ya que pasó a ser propiedad de la Iglesia en los tiempos de Gregorio I. Debido al paso del tiempo y el descuido, parte de él se perdió. Hoy en día es posible visitar el Coliseo y conocer parte importante de su estructura original, que se ha convertido en una atracción turística muy importante de la zona.
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