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La Ópera Garnier o el Palacio Garnier es uno de los edificios más emblemáticos de París. Se ubica en el distrito IX de la capital francesa y es reconocido por lo más jóvenes por ‘El fantasma de la Ópera’. Un clásico que multiplicó la fama del lugar y le agregó más interés turístico del que ya poseía.
Una historia que de seguro emociona a los amantes del ballet hay detrás de la construcción de este espectacular edificio. En el siglo XVII, el rey Luis XIV autorizó la Academia Real de Música que comprendía ópera, música y ballet. Este último trabajaba de forma independiente al arte dramática y el propio rey conformó la Academia de Danza.
A comienzos del siglo XVIII se presentó la primera compañía conocida como el Ballet de la Ópera. Esta institución perteneciente al Estado pasó por más de una decenas de sedes teatrales. Algunas fueron destruidas por incendios propios de la época, pero a todos se los llamaba el Teatro de la Ópera.
En el año 1.858 Napoleón III envía a demoler 12.000 metros cuadrados para reconstruir allí lo que se convertiría en la Ópera Garnier. La construcción comenzó en 1.861 a cargo de Charles Garnier, de quien se obtuvo su nombre. Con un estilo típico del emperador, la arquitectura predominante es el neobarroco.
Pasó más de una década para que la Ópera Garnier abriera sus puertas. Durante ese período hubo varios contratiempos que paralizaban la construcción e incluso llegaron a decir que se abandonaría. El Incendio que acabó con la antigua Ópera de París fue el último envión para devolver a la ciudad un Teatro exclusivo para las muestras culturales.
En el año 1.875 se inauguró con una gran cantidad de números de ópera y de ballet. Un lujoso espectáculo para la tan ansiada inauguración del Palacio de París. Ese que hasta la fecha y luego de algunas restauraciones siguen convocando a artistas y espectadores de todo el mundo.
El Teatro de la Ópera es un edificio de 11.000 metros cuadrados en los cuales no podrás salir del asombro de tanta opulencia y belleza. El solo hecho de llegar al mismo te genera la sensación de ver a la misma aristocracia de antaño disfrutar de la estancia.
En su exterior se destacan las estatuas de bronce de grandes artistas como Mozart y Beethoven. Una fachada de época con un estilo inequívoco que invita a entrar por más. El resultado de 14 años de trabajo, frustraciones y un empuje por obtener el Palacio más lujoso de la ciudad.
Una vez en el interior podrás encontrar miles de asientos en terciopelo rojo para los espectadores y un escenario para 450 artistas. Las arañas de cristal, las pinturas, los frisos de mármol en diferentes colores y una decoración ostentosa como pocas completan las columnas. Como si fuera poco, puedes acceder a los famosos foyers adornados en pan de oro y mosaicos donde los espectadores paseaban entre actos. Una visita incomparable con cualquier otra que te traslada a la alta sociedad de siglos anteriores.
La Ópera de Garnier cuenta con dos niveles que se unen por una magnífica escalera de mármol verde y rojo. Puedes caminar por ellas de manera libre o contratar una visita guiada que te llevará alrededor de 90 minutos. Imperdible para cualquier persona que visite París.
Quienes circulen en vehículo propio o de alquiler puede llegar sin ningún inconveniente hasta el lugar. En sus alrededores es muy sencillo conseguir aparcamientos pagos para guardar el coche.
Si prefieren utilizar el transporte público para recorrer la zona y observar con tranquilidad la ciudad, también es un práctico y organizado. Tanto el Metro, como el RER y los autobuses poseen diferentes líneas con paradas cercanas a la Ópera de París.
Las visitas guiadas se ofrecen en diferentes idiomas y se relata la historia y los detalles de cada una de las estancias. Se accede a la escalera de mármol, la Biblioteca Museo de la Ópera, los salones de la luna y el sol, las exposiciones temporales, La Rotonde des abonnées y la cuenca Pythia, La Rothonde du glacier y sus tapices.
Las entradas se pueden comprar en las taquillas de la Ópera y también en diferentes portales web.
Enamorado de los viajes y fotógrafo aficionado. Mi pasión es viajar, pero siempre acompañado de mi cámara. Como unión de estas dos cosas nació Viajeros por el Mundo!
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