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Por ser tan sabio, fue que Salomón escribió en sus Proverbios, «Podremos tirar los dados, pero el Señor decide cómo caen». Fue así que surgió la denominada Sinagoga Española durante el siglo XVI, cuando huyendo de la inquisición española arriba a Praga una comunidad de sefardíes (del hebreo, ספרדים, Sefaraddim, literalmente ‟los judíos de Sefarad”, en alemán Josefstadt, ciudad de José).
Es bien sabido, que la comunidad judía fue, desde tiempos bíblicos, una comunidad nómada. Obligada en múltiples ocasiones a asentarse en diversos lugares y forzada en esas mismas ocasiones a empezar de la nada. En cada uno de esos y no pocos deambulares nuevos destinos, siempre blandiendo su talento comercial, el intercambio y las transacciones -tanto económicas como mercantiles. Justamente es así como en el siglo X, llegan a la medieval Praga, los primeros judíos que allí se conocen.
En la Praga de la época medieval, no fue fácil para los judíos, pese a que el comercio, en general, suele ser asociado a la imagen de prosperidad. Ni siquiera la promesa de esta virtuosa cualidad, logra que ambas comunidades puedan convivir. De hecho, al margen de sus voluntades, puesto que la convivencia propiamente dicha con ellos estaba prohibida.
Esto origina que los judíos deban vivir juntos y en consecuencia, que tanto la comunidad del Barrio Judío como el propio barrio, sigan creciendo. Toman identidad propia, aumentando en población, desarrollando maneras de organización y así, transformándose progresivamente en un ghetto.
Avanzaban los tiempos, estas comunidades seguían viviendo separadas y los judíos continuaban en su ghetto, identificándose como tal -con las estrellas amarillas y sus gorros amarillos.
El rey José II de Austria trae con su reinado el denominado “Edicto de la tolerancia” y, no obstante subsisten restricciones. Los judíos comienzan a percibir ciertos beneficios, como, aprender oficios, trabajar la agricultura, fundar escuelas, cursar estudios universitarios. Otro ejemplo de ese cambio sustancial fue dado por la demolición de las murallas que forzaban el confinamiento del barrio judío desde el siglo XIII.
En el año 1850 se adopta para el Barrio Judío el nombre de Josefov en honor al rey José II de Austria, dada su tarea reivindicadora emprendida con esta comunidad. Hoy día cualquier visita a la ciudad de Praga tiene que incluir este auténtico tesoro medieval que encierra más de once siglos de historia de esta comunidad en la ciudad y que alcanzó en su momento, gran importancia y poderío.
Ya familiarizados con parte de lo que es la historia del Barrio Judío de Praga o Barrio Josefov, podemos mencionar los grandes atractivos que allí se encuentran. Por este motivo, es importante resaltar, las Seis Sinagogas de Praga, que se mantuvieron erguidas en pleno corazón del barrio judío. Algo realmente sorprendente, considerando que la ciudad fue ocupada durante la Segunda Guerra Mundial por las fuerzas nazis.
Aunque es bastante sombrío el motivo por el cual estas sinagogas se conservasen. Los nazis proyectaban convertir la zona en el «Museo exótico de la raza extinta» en referencia a los judíos, estando totalmente convencidos, que a esto los reducirían.
Una de las sinagogas mencionadas, es La Sinagoga Española, que nos ocupará en esta oportunidad. Está situada en el número uno de la Calle Vězeňská en la ciudad de Praga, capital de la República Checa. Ocupa actualmente el lugar donde se estableció la primera sinagoga de la ciudad, en el siglo XII. Es conocida con el nombre de Old School o Vieja Escuela.
Durante la Segunda Guerra Mundial se utilizó como almacén de bienes incautados a los judíos y en 1990, después de años de abandono, fue restaurada. Es considerada por muchos como una de las más bonitas y espectaculares que hay en el barrio judío.
No obstante, es importante aclarar que a fin de evitar desconciertos que no es exactamente su cara externa, donde esta histórica sinagoga muestra su máxima belleza arquitectónica, allí es más bien austera. Es en su interior donde definitivamente sorprenderá al visitante con su sobrecargada decoración y con su estilo mismo que evoca edificios españoles medievales. Es la razón por la cual recibe el nombre de La Española, por ese inconfundible estilo mudéjar en semejanza a la Alhambra de Granada. Ostenta un interior realmente precioso, diseñado por los arquitectos Antonín Baum y Friedrich Münzberger. Adornado con ornamentos que simulan formas geométricas y vegetales; y exhibiendo una gran cúpula central.
En la actualidad, acoge una exposición que reseña la «Historia de los judíos en Bohemia y Moravia durante los siglos XIX y XX». También cuenta con un salón de invierno donde se pueden apreciar objetos de plata procedentes de las diferentes sinagogas de Praga. Compartiendo protagonismo con una colección de tejidos sagrados oriundos de toda Europa.
Siguiendo la tradición que hay en toda la ciudad, la Sinagoga Española, no puede ser la excepción. También allí se celebran conciertos de música clásica periódicamente, siendo éste un marco realmente digno para disfrutarlo. Y como si fuera poco, cerca de allí te espera para acompañarte en una fotografía, el habitante más célebre de Praga: Franz Kafka, escritor de origen judío, cuya estatua es uno de los puntos más visitados y fotografiados. De estos dos aciertos, podrás presumir al retornar a casa.
A pesar de que buena parte del Barrio judío de Praga fue demolido durante el siglo pasado, te recomendamos que no esperes ver la típica judería como en otras ciudades Europeas, sino más bien una zona llena de edificios modernos. No obstante, aún se pueden atisbar vestigios del pasado judío que lo definió durante largas décadas. Uno de ellos, la emblemática Sinagoga Española… y «Podremos tirar los dados, pero Dios decide cómo caen».
Enamorado de los viajes y fotógrafo aficionado. Mi pasión es viajar, pero siempre acompañado de mi cámara. Como unión de estas dos cosas nació Viajeros por el Mundo!
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